El Ratón Tintero

El Ratón Tintero
Enlace al blog principal.

Traduce lo que te cuento.

miércoles, 25 de junio de 2008

Triste canto de sirena.


En una pequeña isla de nombre desconocido, cerca de la isla de Sicilia, habitaban cinco hermanas sirenas llamadas: Agláope, Telxiepia, Pisínoe, Parténope y Ligeia. Todas eran criaturas maravillosas, naciéndole desde su ombligo sinuosas caderas que se tornaban en brillantes escamas multicolor tornasoladas, hasta terminar en una enorme punta en uve, victoriosa e inquieta.

De entre todas ellas destacaba Parténope por su singular belleza. Su larga y ondulada cabellera, como las olas del mar, dejaba ver con claridad una preciosa carita de luna blanca, y medio adivinar un par de senos también redondos y blancos como la luna, duros cual guijarros marinos.

Cuando las hermanas divisaban una nave en las cercanías de la isla, entonaban melodiosos cantos y se lanzaban al mar a seducir a los hechizados marinos con el movimiento oscilante de sus colas y la sonrisa de sus ojos, ya que ellas no comprendían ni hablaban ninguno de los idiomas conocidos.

Los embaucados marinos cesaban de remar, para oírlas mejor, y luego, sintiéndose enormemente atraídos por aquellas desconocidas ninfas, enderezaban su timón hacia el punto donde les parecía que surgía el canto. Al final, acababan por tirarse al mar a por ellas, y esa era la mayor de sus perdiciones, porque ya no volvían jamás.

El intrépido Ulises, sabía que si lograba mantener a su tripulación a bordo sin arrojarse al mar cuando pasaran junto a las sirenas, estas doncellas dejarían de existir. Aunque ningún hombre de cuantos surcaron aquellas aguas había dispuesto de suficiente voluntad para no entregarse a los brazos de ellas.

Ulises preparó a sus hombres para superar tamaña tentación. Así que obligó a todos a taponarse los oídos con cera, y él fue amarrado fuertemente al palo mayor del navío. De esta manera, no oirían el canto de las sirenas y él, aunque las oyese, no podría arrojarse al mar.

Al acercarse por aquel lugar, Ulises fue el único que las oía y a pesar de lanzar gritos terribles y suplicantes para que lo dejasen arrojarse al mar, nadie lo escuchó. El gran palo del barco se movía con los esfuerzos de Ulises por separarse de él sin conseguirlo, y de este modo salieron victoriosos, dejando las sirenas de inquietar la travesía de nuevos viajeros.

Pero la bella Parténope, no pudo soportar la dura derrota de sus encantos, y dejó arrastrar su cuerpo por las corrientes marinas hasta morir en una playa de Italia. Su cadáver fue recogido por unos marineros, que lo llevaron sobre sus hombros con el mayor esmero y le dieron sepultura en aquel mismo lugar.

Desde todos los puntos de Italia acudieron a visitar aquella novia tan deseada como temida, y poco a poco fueron haciendo casas alrededor de su sepultura hasta formar una ciudad, a la que se llamó Parténope, en recuerdo a aquella sirena ignorada y muerta de tristeza.
Más tarde, aquella ciudad tomó el nombre de Nápoles, hasta nuestros días.

4 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Preciosa historia y otro encuentro casual, el próximo 1 y 2 en Palma estrenamos una musical donde soy presa de unas supuestas sirenas del mar.

Me estas asustando ya

Besos una delicia la historia, no la conocía.

Gracias

ErCalamar dijo...

conocia la historia de las sirenas, pero no la relacion con Napoles, que bella.

ErCalamar dijo...

que no escribimos o que....jajajajaja

Yana dijo...

Hermosa historia, yo tambien escribo sobre sirenas y te invito a conocer mas de mi novela y mis personajes.

http://sietesirenasvasaquererpecar.blogspot.com

Datos personales